sábado, 26 de abril de 2008

Machu Picchu (Vieja Montaña)



Dos turistas intentan captar las energía que supuestamente

desprende un calendario solar labrado en una piedra


Es curioso que un lugar antiguamente tan escondido sea tan conocido ahora. En solo décadas se han convertido sus alrededores (la población de Aguas Calientes) en una enorme tienda de souvenirs incrustada en medio entre inmensas y escarpadas montañas verdes. Hoy, como otros tantos turistas, he participado en la sumisión turística de este lugar, adquiriendo un billete de tren turístico para poder volver más rápido a Ollantaytambo (tardé un día en aprender a pronunciarlo), por el precio de 31 dólares americanos, que les dicen. Mi dignidad es mediocre y se fijaba por este precio. Si no hubiera quedado disponible este tipo de billete sólo quedaba otro de 60 dólares que no estaba dispuesto a pagar, lo que hubiera supuesto volver por el camino que llegué a Aguas Calientes y es el siguiente:

Desde Cuzco (o Cusco, no se) llegué en bus a Ollantaytambo, un pueblo de preciosas acequias, preciosas paredes empedradas y preciosos turistas. Lo abandoné al dia siguiente para plantarme en Santa Teresa en la tarde. El último tramo del viaje fue compartido en una furgoneta con el conductor y una pareja mexicana, internados en las plataneras de las montañas. Desde ese momento he evadido felizmente la masificación. En Santa Teresa me alojó una familia cuya hija me indicó el camino a unas relajadas termas. La cena riquísima, y barata (unos 90 céntimos de euro), sopa calentita y arroz con huevo y ternera. Y por la noche acudí como espectador a un partido de fútbol entre el barrio más alto (municipio) y Santa Teresa. Calculo que la población total es de unos 130 habitantes entre los dos barrios que, por cierto, colindan.

Al dia siguiente lo más espectacular: Para empezar la caminata hay que atravesar el río Urubamba, de unos 25 metros de ancho, utilizando una especie de cesta de hierro que cuelga sobre un cable que une ambas partes del río. Una vez subes a la caja (del tamaño de un carrito de la compra pero mucho más bajo) por el peso del carrito te dejas lanzar a toda velocidad hasta más de la mitad del recorrido, luego con unas cuerdas tienes que ir estirando hasta llegar a la otra parte… la verdad es que es lo mas emocionante, casi mejor que machu picchu y hasta he soñado con él (el carrito). A partir de ahí varias cosas: unas cataratas donde me he remojado, una caminata por las vías de un tren rodeado de plataneras e indicios de selva, túneles, paisajes de altísimas y floridas montañas recordando la peli “Aguirre: la cólera de dios” de Werner Herzog (ambientada en la selva, con gran calidad y realismo en todos los sentidos), cansancio, el primer perro que me ha mordido en mi vida (sólo un rasguño) y por fin, llegada triunfal a Aguas Calientes tras 6 horas de caminata. Olvidaba el mate de haba y el poderoso desayuno consistente en Papa con ají, tallarines y licuado mixto con papaya y plátano, todo en la dulce Santa Teresa.
La llegada a este turisticio a los pies de Machu Picchu ha roto mi propio ritmo, encontrado tras un mes de viaje, y que tiene que ver con “caminar” y “selva”. Se desató mi capacidad crítica hacia lo que hago: turismo, y hallándome en el límite lo rehuyo a la vez que lo habito.

1 comentario:

Malika dijo...

Hola Luis, Como Estas? Es un buena idea por el blog!
Estubimos tambien al Machu Picchu. El sitio es precioso pero how touristy it was!!! We were also angry about all the money they take from the tourists for the train, the bus, the entry and even the toilet! What a scam!!
Besos and see you in Brazil!