domingo, 20 de abril de 2008

Microbuses en Bolivia

El transporte colectivo más utilizado en las dos capitales de Bolivia -Sucre y La Paz- es una furgoneta tipo combi, con una puerta lateral corrediza y cinco filas de asientos en total. En la parte frontal del vehículo hay lugar para tres personas incluyendo al conductor. Detrás hay cuatro filas, compuestas cada una por un asiento de un metro de ancho -donde se pueden acomodar dos personas- y un asiento plegable, para una persona, sujeto a la parte derecha del primero.
Muchas de ellas tienen letreros en japonés en la parte exterior. Se puede saber que son importadas, además, porque en el lugar del copiloto hay indicios de la antigua existencia de volante, pedales y conexiones eléctricas (los japoneses tienen el volante a la derecha y conducen por la izquierda). Cada compañía tiene, como es normal, su propio nombre en castellano, que figura en el lateral o el frontal. En Perú me llamó la atención la compañia "Batman", que utiliza los mismos colores del emblema del superhéroe. Para mí eso es creatividad, y valentía empresarial. Son compañías que funcionan normalmente dentro de su contexto, y nadie deja de subir en los buses "El Gaucho Loco" aunque pueda evocar la imagen de un vaquero intentando cabalgar un caballo encabritado en medio de un rodeo. Además también suele figurar algun lema relacionado con Jesucristo o Dios, tipo "Dios es el señor de este vehículo" o "Jesús, asísteme en mi viaje".
El vehículo comienza su recorrido a poca velocidad, lo más cerca posible de la vereda derecha donde recogerá a los pasajeros, y a veces compitiendo con otros buses por acceder a este lugar. Además del conductor, en la furgoneta viaja también un ayudante que se situa junto a la puerta corrediza lateral. La primera parte de su trabajo consiste en ir gritando a voces y de forma tán rápida y continua como le sea posible la lista de lugares a los que se dirije o por los que va a pasar el vehículo, pronunciando por último y en la misma retahíla el precio del pasaje (normalmente un [peso] boliviano). Este anuncio se repite continuamente, con un intervalo de unos segundos entre uno y otro. Cuando algún transeúnte levanta la mano para solicitar pasaje el ayudante interrumpe el anuncio y descorre la puerta de forma precipitada mientras el conductor frena. El pasajero sube y el recorrido continua como antes o con la puerta abierta -si la zona es concurrida y el ayudante considera que alguien va a subir en poco tiempo.
Poco a poco se van llenando los asientos hasta que queda sólo uno, que usualmente es el delantero de la derecha, junto a la ventanilla. El ayudante le indicará al último pasajero su lugar: "adelante"; el pasajero que viajaba junto al piloto se desplaza -si aun no lo había hecho- al asiento central, más cercano al del conductor y más estrecho e incómodo. No recuerdo el número exacto de pasajeros -creo que doce, además de conductor y ayudante- pero lo que sé es que es un número exacto (lo conté en varias ocasiones).
Aunque la sensación inicial es que existe un completo desorden -los gritos del ayudante, la prisa por llenar pasaje, los acelerones, frenazos, giros bruscos-, existe un terrible y emocionante orden en lo que respecta al sitio y a la cantidad de los pasajeros (en Perú parece, en cambio, que el único límite es el espacio físico), también sobre cuál es el momento de pagar y otros aspectos que seguramente desconozca.
Una vez completado el pasaje el vehículo comienza su recorrido a gran velocidad. Unos momentos después el ayudante pide los boletos y la gente le hace llegar su moneda.
En los viajes dentro de la ciudad es rápido el proceso de llenado de pasajeros, pero en viajes a los exteriores de la ciudad, menos frecuentados y si no es temprano en la mañana, es posible que el cohe pueda tardar más de una hora en ocuparse, esperando en una esquina donde tiene parada o en una zona de mercado. Por todo esto es una suerte encontrar una combi donde sólo falta por ocupar un lugar: por una parte la partida será inmediata, en segundo lugar es muy probable que el asiento libre sea el del copiloto junto a la ventanilla, y por último y como complemento, el ayudante lleva cierto tiempo dedicado a captar clientes, y los pasajeros esperando: la expectativa de ver llegar al último pasajero que va a completar el vehículo y que va a permitir partir después de la larga espera genera cierta emoción en el grupo que, aunque no se verbalice entre los clientes, sí es explícito en el ayudante, que a toda velocidad grita el nombre del lugar de destino seguido de "último lugar", señalando el asiento delantero. Por una, por otra o por todas las razones, es emocionante llegar el último. Es algo así como ser el héroe de la película cuyas acciones generan la incertidumbre y llevan al climax final.
Pensando un poco más en los lemas cristianos que suelen figurar en el frontal de los vehículos, deduje que si alguien tiene que ser el héroe, ese es el conductor. Especialmente la primera vez conté con entusiasmo el número de pasajeros, deseando que fueramos doce más el conductor, como los apóstoles y jesucristo. En ese viaje no venía ningún ayudante, sino otro pasajero. Conté catorce , así que sobraba un pasajero y no se cumplía ningún tipo de profecía. Quizás, sí se cumple en la mayoría de los viajes interurbanos, donde viajan doce, más el conductor, más el ayudante que este caso no sé a qué personaje bíblico correspondería. Yo diría el arcangel San Gabriel, pero como no conozco mucho de la religión católica espero que alguien me pueda ayudar a solucionar esta cábala.

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